miércoles, 10 de noviembre de 2010

¡TERMINÓ LA VIOLENCIA!

Si vos querés.

Vietnam Memorial Wall
Una lluviosa noche de septiembre de 1999, caminaba hacia el Lincoln Memorial en la ciudad de Washington en actitud netamente turística. Al aproximarme al lugar, me encontré con el Monumento a los veteranos de Vietnam. Son dos paredes de mármol negro, que semienterradas en el campo y con una variación en su altura, dan una perspectiva de mayor tamaño que el real. Advertí algunas flores y algunas notas en papeles colocados en las  pequeñas rendijas que permitían las placas.
Lo que más me impresionó en ese momento, era la cantidad de nombres de soldados muertos que iba leyendo en esas paredes y unos pequeños símbolos a su lado, que tiempo después averigüé, indicaban si su cuerpo se había recuperado o no.
Seguí caminando por ese parque y me encontré con el Korean War Veterans Memorial, que a semejanza del anterior, mostraba un abultado libro dentro de una vitrina, con nombres de soldados muertos durante la guerra de Corea, sus lugares de origen y la edad que tenían al morir. En otro extremo del mismo parque está el World War II Memorial, para más datos.
Durante ese viaje, tuve la oportunidad de compartir un tiempo de mi estancia en los Estados Unidos, con un alto oficial del ejército peruano, con quien tuvimos intensas y extensas pláticas. Recuerdo especialmente la noche que regresé de mi periplo necrológico al lugar donde nos alojábamos y la conversación que se originó a raíz de mis impresiones.
El tema resultó bastante difícil de tratar ya que Raúl, mi amigo peruano había perdido un hijo, también militar, en una emboscada de Sendero Luminoso. Junto a Raúl, estaba su esposa, madre del joven subteniente, lamentando tanto el accionar guerrillero en su país, cuanto el gobierno de Fujimori.
Pero fundamentalmente estaba su dolor de  madre. Todo ello me llevó a un collage de imágenes trágicas, en las que el denominador común era la muerte violenta de personas jóvenes
Concluí, y  así lo comenté en la reunión, que en todas esas situaciones y más allá de los motivos o ideologías que habían llevado a sus actores al fin de sus vidas, estaba el dolor que cada muerte había causado en alguna familia. Cada nombre impreso era un dolor. No encontré objeciones.
Volviendo al tiempo presente, esta semana vi en muchas paredes de la ciudad de Rosario e imagino que del país, un afiche del Partido Obrero, que inmediatamente encendió la mecha de este pretendido análisis de los principios morales que usan determinados “luchadores”, esos que supuestamente recogen las banderas caídas.
El afiche habla de la muerte de Mariano Ferreira a manos de patotas sindicales.
Inmediatamente recordé a los listados de jóvenes muertos en las guerras.
Y también recordé a los Fuentealba, a los Leprati y tantos otros nombres de jóvenes muertos, que luego han sido usados para sustentar distintas variantes de posteriores reclamos. ¿Y el dolor? Me refiero al que sienten las madres, hermanos y parientes. Eso a los manejadores de las voluntades populares no les importa. Especulan con la muerte ajena, la usufructúan para lograr el impacto de sus propios intereses.
A Mario Urquizo, lo conocí cuando vino a estudiar a Rosario desde su Alpachiri natal junto a Analía, su hermana. A Mario lo mató un “grupo de tareas” el 16 de enero de  1977 y a su hermana diez días después. Todavía recuerdo a Analía diciendo: “pasamos a la clandestinidad”.


Comandante Cero, Videla y Agosti
 Por aquellos años compuse junto a mi grupo Irreal, un tema que se llamó El Pampa, dedicado fundamentalmente a Mario (El Pampa, así le decían) y que por razones obvias no tenía letra. El leit motif de la canción era la sensación que yo tenía, de que unos eran los que caían por sus ideas y otros los que medraban con su sacrificio. El tiempo me fue aclarando los roles que jugaron en esa misma época los dirigentes montoneros que reunidos en cafés parisinos acordaban con el Comandante Cero (Dios lo tenga en su gloria), treguas futboleras, salvoconductos y cómo sería el futuro basado en sus acuerdos y connivencias.

Vaca Narvaja y Firmenich

Firmenich, Vaca Narvaja, Dante Gullo, Gorriarán Merlo, Perdía. Son algunos nombres de terroristas que sobrevivieron, digamos que no cayeron en combate. Estos tipos y otros con las mismas actitudes violentas propiciaron la llegada del Proceso. ¿Acaso no podemos pensar que todo se debió a un grandioso contubernio?
Y nosotros en el medio.
Mario Firmenich había imbuido a su organización Montoneros en un rumbo suicida. Él que es un sobreviviente, era su comandante.
En los años 1979 y 1980, la cúpula de Montoneros decide que exiliados de la organización regresen al país. Se calcula que alrededor de 80 obedientes militantes fueron capturados y muertos en esa ocasión. ¿No podemos suponer que todo fue previamente acordado entre las respectivas cabezas? La moneda son vidas humanas.
Y los sobrevivientes cobran subsidios del gobierno. Ahora, en estos días.
Adhiero a una idea: No existían dos demonios. Eran uno solo.
Te recomiendo leer esta nota en Página 12: http://www.pagina12.com.ar/diario/cultura/index-2003-12-16.html
Y para que no me endilguen el mote de tendencioso también sugiero leer en el diario La Nación esta otra nota, referida al mismo tema:

Los fundamentalismos requieren de martirios. Y mártires se consiguen. Abundan. Son aquellos individuos que motivados por sus ideales marchan en las primeras filas de los distintos movimientos y luego los vemos listados en enormes mármoles negros o en los encabezados de carteles pidiendo que se castigue a los culpables materiales, ideológicos y políticos de sus muertes. ¿Acaso no son culpables los que arman y fomentan las situaciones violentas, para después tener nuevas motivaciones y nuevos mártires para generar más caos y confusión?
Animémonos y vayan.
En todo acontecimiento hay numerosos factores que intervienen (ver la entrada de mi blog:
John Lennon
analizo los principios esgrimidos por grandes luchadores como Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Lennon o el Dalai Lama por mencionar sólo  algunos, advierto lo difícil que resulta enfrentar a la violencia sin recurrir a métodos violentos. También advierto (lo dijo Lennon) que la guerra se terminó, si vos querés. De allí el título de esta entrada.
La naturaleza del tema tratado en este análisis, me obliga por sentimientos y resentimientos a no acompañarlo con ninguna canción. Lo único que quiero resaltar dado el grado de alteración que me provocan los mercaderes de la muerte y el dolor ajenos, es que si alguno de ellos quiere cuestionar lo que estoy manifestando, no con gusto, sí con sentido de la coherencia, asistiré al momento en que se inmolen por sus ideales.

2 comentarios:

  1. Muy interesantes conclusiones sobre los factores que originan el fomento y propagación de la violencia. Estoy de acuerdo en que el mejor modo de terminar con este flagelo humano, es decirle no a cualquier instigación que recurra a la disgregación sectorial, la descalificación desmedida, la discriminación, la intolerancia y el pesimismo social. Humildemente creo que lo adecuado es buscar equilibrio y mesura de temperamento, fomentando la buena predisposición, anteponiendo una amplia comprensión ética y moral a la hora de emitir juicios.

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    1. A la distancia (en tiempo) coincido con tus conceptos, pero creo que será muy difícil en los contextos actuales lograr el equilibrio y mesura de temperamento, como así también la comprensión si el ejemplo que el pueblo recibe de sus dirigentes es totalmente opuesto a estos principios. Gracias por escribir.

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